jueves, 16 de diciembre de 2010

Un cachorro! ¿El mejor regalo Navideño?

Sí! Esa bola peluda que en cuanto te ve brinca a tus brazos. El sueño de cualquier niño, un peluche de verdad.Un compañero con el que podrá jugar siempre. Sí! es perfecto. El Top 1 en la lista de Santa. 

La realidad es que pocos son los cachorros que se regalan en Navidad que encuentran una familia para siempre.

Después de la emoción de las regalos, las festividades, los buenos deseos regresamos a la rutina con la que empiezan los destrozos en la casa, el alimento a ciertas horas, recoger los deshechos de nuestros perros, las cuentas del veterinario, las horas de paseo, los baños, los accesorios, juguetes, camas... y todo lo que se les pueda ocurrir. 

El cachorro crece y empieza a necesitar más espacio, más atenciones y más cuidados. Y entonces el regalo se convierte en una responsabilidad que no pedimos, que no queríamos o para la que no estabamos listos. 

¿A quién se le ocurre regalarme un perro?

El cachorro tal vez terminé con la persona que lo regaló, le buscaran otra casa en dónde tal vez tenga una buena vida o tal vez no. Algunos suertudos serán recogidos y llevados a algún albergue, pero la gran mayoría terminarán en la perrera municipal o en la calle donde probablemente tengan una muerte prematura. 

Esta Navidad... ¡NO REGALES UN PERRO!

Tener un perro es un compromiso de vida y solo nosotros podemos decidir si queremos esta responabilidad.